sábado, 4 de mayo de 2013

Jugando a ser princesa (ana y mia)


Erase una vez una princesa que empezó a soñar.  Soñaba que la amaban y que no estaba sola, que descubriria dónde se escondía la felicidad.  Un día la princesa decidió hacer sus sueños realidad.  Se propuso ser más atractiva, lista, y aplicada en todo lo que hacia.  Entonces alguien se cruzó en su camino; Ana.

Ana le tendió la mano y le ofreció su ayuda.  Si la princesa prometía ser sumisa y hacer todo lo que le ordenase, Ana conseguría que no estuviera triste nunca más.  La haría perfecta y le regalaría la libertad.  La princesa aceptó, ignorante de que sería conducida al infierno.  

Ana la llevó al límite; prohibió a la princesa comer, quería que su estómago estuviese igual de vacío que su alma.  La condujo consigo a la oscuridad, donde la princesa luchaba por brillar entre todas las sombras.  Comenzó a perder fuerzas y finalmente cayó.  La princesa no quería salir de su castillo ni ver a nadie.  Había olvidado cómo reir y tenía que fingir estar bien para que los demás no se preocupasen por ella.  Era realmente costoso.

Un día la princesa decidió revelarse contra Ana y comió.  Comió hasta que no pudo más, intentando huir de si misma.  Pero Ana todavía seguía allí, vigilándola.  Y la había desobedecido.  La princesa temblaba de miedo.  Se sintió terriblemente culpable.  Al fin y al cabo, las princesas nunca faltan a su promesa, son perfectas en todo.  Necesita vacías su estómago, volver a ser pura.  

Y llegó Mia.  Mia destrozó a la princesa como no lo había hecho Ana.  Le quitó la voz, le quemó la garganta y la hizo sangrar.  Cuando estaban juntas, a la princesa le temblaban hasta las piernas.  Ambas le habían tendido una trampa.  La princesa estaba desesperada.  Quería escapar, no seguir siendo esclava de su cuerpo, sentía un gran odio hacia si misma.  ¿Cómo podía haberlo hecho todo mal?  Al parecer no era tan fuerte como creía.  

Decidió que merecía sufrir aún más, castigarse por cda vez que había fallado.  Y comenzó a cortarse, lenta y profundamente.  Quería ver cómo la sanbre recorría sus brazos.  Llegó un momento en que no sintió el dolor.  Estaba muerta por dentro e intentó deshacerse también de su cuerpo.  A pesar de su empeño, la princesa sobrevivió.  

Aquello era tan ilógico.  En los últimos años había sentido que lo único que le quedaba era desaparecer, y ahí seguía.  ¿Casualidad?  No lo creyó asi, quizas le esperaba algo mejor que todo aquello, quizá no debia rendirse.  Quizá debía luchar por su vida.  Decidió que no volvería a preocupar a su reino y comenzó a luchar por su vida.  Ahora ella es una reina.

No dejes que nada ni nadie dirija tu vida, se la persona que quieras ser.  Tus virtudes y defectos son los que te hacen única y especial.  Se que duele, duele hasta los huesos.  Pero no importa las veces que caigas; te prometo que si luchas por ti misma y te levantas una y otra vez conseguirás salir de esto y volver a ser libre, volver a ser feliz, feliz de verdad.  Tienes más fuerza de la que crees.  Por eso levántate cada mañana y sonríe con orgullo delante del espejo.  Tú siempre brillaste lo sigues haciendo.  

¡¡¡ERES PRECIOSA!!!


ABZURDAH ZENIZIENTAH

2 comentarios:

amar la poesia es amar la vida dijo...

Excelente analogía que haces de esas dos terribles enfermedades que afecta a tantas mujeres - sobre todo adolescentes- hoy día. Te felicito. Me quedo en tu blog. Un abrazo.

ROchy BEneitez dijo...

Te Felicito.. sos una genia!!! Ese cuento va a ayudar montones de personas...te lo vuelvo a repetir...SOS UNA GENIA!!😃